sábado, 15 de octubre de 2011

Un sueño



Anoche tuve un sueño.
Soñé que paseaba por una tierra de color marrón y no gris, con líneas blancas y amarillas, soñé que se desvanecía el humo y podía respirar brisa fresca con olor a mar. Pude ver como las televisiones se congelaban, toda la gente se vestía con diferentes prendas y salía a la calle siendo realmente ella misma. Había gente de todos los colores y paises, de todas las edades, y todos tenían algo en común, el corazón rojo y una hermosa sonrisa. Todos nacimos en el mismo lugar,  desnudos en un mundo sin fronteras ni dueño, con una única bandera y un único color, blanco. Porque la paz es nuestra ley y el amor nuestro camino.
El dinero, las coronas, y la falsas promesas flotan a la deriva en el mar del olvido. Ya no hay más ruidos de motor ni gritos de auxilio, no hay golpes a ti mujer ni desprecio por los corazones ricos sin dinero. Ya no hay más tormentas de terror, ya no llueven balas sino lágrimas que límpian la sangre y el sudor de los inocentes. Y crecerán nuevas flores entre las aceras, y las estatuas de los asesinos caeran con la fuerza del terremoto del pueblo, y por fin los niños caminaran tranquilos por la calle. Los enamorados podrán amarse sin importar quienes sean, y en su beso los relojes se pararan, las farolas se apagaran, y la gente se tumbará sobre la hierba a contemplar las estrellas.

Anoche tuve un sueño, soñé que te iba a poder amar toda la vida, que te protegería hasta el final para que nunca te lastimaran, que me batiría a duelo con tu angel de la guarda sólo para ser yo quien te vigile por las noches, que mis besos harán que seas más hermosa cada día, y que al mirarte cometiera pecado por estar viendo lo más bello de la Tierra. Tú.

Anoche soñé, y no quiero despertar.





SANTIAGO DE HEVIA

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