miércoles, 28 de septiembre de 2016

Último Aviso



No lo pienses y arriésgate, es el momento para volvernos locos y ser héroes. El momento de ser jóvenes eternamente en un instante fugaz como un suspiro, como una risa. Navegando donde nadie nos encuentre para robarle a la vida su aliento, sus ansias por vivir. No nos falta nada y nos sobra equipaje. Nos sobra el reloj, el dinero y la ropa. Quiero que vueles conmigo hasta que perdamos el control y nos abrase el deseo de poetas y ladrones. 

El resto que espere. Que esperen removiendo sus cafés, limpiando sus zapatos o derritiéndose las pupilas en sus pantallas. Nosotros nos iremos lejos de todo eso. Tú y yo, donde nos hierva la sangre y se nos erice la piel, donde toquemos las estrellas y la lluvia nos empape. Frágil y efímera será nuestra historia, pero inolvidable. Seremos el roce de un copo de nieve sobre tu rostro, la proa que besa tu mar. No existe nada más bello que logre sobrevivir en el mundo. Nada podrá con nosotros. Instauremos nuestra propia Ley, nuestra religión, donde lo único prohibido sea conformarse, resignarse a lo que el destino nos depare. Yo quiero mucho más. Lo quiero todo contigo.

Y ahora nos toca decidir si vivimos o esperamos que la muerte nos llegue a paso sigiloso.

¿Qué vida nos espera si decidimos regresar a puerto, si no abrimos nuestra propia huella? ¿Qué rutina es lo suficientemente valiosa para renunciar a esta pasión?

Mañana será demasiado tarde. La vida irá pasando y con ella los sueños que olvidaste al crecer. Ahogarás el aburrimiento con tu gintonic, camuflando nostalgias y arrugas. Cientos de vestidos nuevos cubrirán tu piel y añorarás estar desnuda, sentirte invencible. Como si el brillo de tus ojos se fuese extinguiendo sin nuevos horizontes que conquistar. Éramos tan hermosos entonces. Pero no perderás tiempo en fantasías ni ilusiones, los uniformes de los niños estarán sin planchar, habrá libros que ordenar, y quizá decidas comprarte ese capricho. Entonces una noche, despertarás con los ronquidos de un marido sencillo y cansado, y me recordarás.

Recordarás nuestra mirada capaz de arrasarlo todo. Tu sonrisa devorando el universo, los amaneceres enganchados a ti, a tus plumas despeinadas. Nuestra estela arañando palabras llenas de espuma, aire y besos. Los rincones hechos cenizas, su resplandor y como incendiábamos los silencios en playas infinitas que acaban en ti. Y tu eco, se enterrará bajo la arena esperando que sólo el olvido lo encuentre.        

SANTIAGO DE HEVIA


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