No
lo pienses y arriésgate, es el momento para volvernos locos y ser héroes. El
momento de ser jóvenes eternamente en un instante fugaz como un suspiro, como
una risa. Navegando donde nadie nos encuentre para robarle a la vida su
aliento, sus ansias por vivir. No nos falta nada y nos sobra equipaje. Nos
sobra el reloj, el dinero y la ropa. Quiero que vueles conmigo hasta que
perdamos el control y nos abrase el deseo de poetas y ladrones.
El
resto que espere. Que esperen removiendo sus cafés, limpiando sus zapatos o
derritiéndose las pupilas en sus pantallas. Nosotros nos iremos lejos de todo
eso. Tú y yo, donde nos hierva la sangre y se nos erice la piel, donde toquemos
las estrellas y la lluvia nos empape. Frágil y efímera será nuestra historia,
pero inolvidable. Seremos el roce de un copo de nieve sobre tu rostro, la proa
que besa tu mar. No existe nada más bello que logre sobrevivir en el mundo.
Nada podrá con nosotros. Instauremos nuestra propia Ley, nuestra religión, donde
lo único prohibido sea conformarse, resignarse a lo que el destino nos depare.
Yo quiero mucho más. Lo quiero todo contigo.
Y
ahora nos toca decidir si vivimos o esperamos que la muerte nos llegue a paso
sigiloso.
¿Qué
vida nos espera si decidimos regresar a puerto, si no abrimos nuestra propia
huella? ¿Qué rutina es lo suficientemente valiosa para renunciar a esta pasión?
Mañana
será demasiado tarde. La vida irá pasando y con ella los sueños que olvidaste
al crecer. Ahogarás el aburrimiento con tu gintonic, camuflando nostalgias y arrugas.
Cientos de vestidos nuevos cubrirán tu piel y añorarás estar desnuda, sentirte
invencible. Como si el brillo de tus ojos se fuese extinguiendo sin nuevos
horizontes que conquistar. Éramos tan hermosos entonces. Pero no perderás tiempo
en fantasías ni ilusiones, los uniformes de los niños estarán sin planchar, habrá
libros que ordenar, y quizá decidas comprarte ese capricho. Entonces una noche,
despertarás con los ronquidos de un marido sencillo y cansado, y me recordarás.
Recordarás
nuestra mirada capaz de arrasarlo todo. Tu sonrisa devorando el universo, los
amaneceres enganchados a ti, a tus plumas despeinadas. Nuestra estela arañando
palabras llenas de espuma, aire y besos. Los rincones hechos cenizas, su
resplandor y como incendiábamos los silencios en playas infinitas que acaban en
ti. Y tu eco, se enterrará bajo la arena esperando que sólo el olvido lo
encuentre.
SANTIAGO DE HEVIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario