El reloj del amanecer me muerde
de frío y me despierto sobresaltado con el disparo de esta carrera sin sentido.
Pero hoy no quiero correr, no quiero luchar para llegar primero, no soporto las
medallas ni los aplausos, he comprendido que la soledad en la meta es mucho más
grande, que nadie te espera al final del camino y descubres que todas las
miradas en realidad no son mas que un simple decorado. Ahora me tumbaría al
sol, o a la sombra, no me importa, pero quiero quedarme mirando al cielo y sentir
la tierra y al universo girar, no quiero tener miedo de mis recuerdos, quiero
sonreír, creer en la esperanza de que todo puede cambiar, y dejar atrás al río
de gente fluyendo, a los semáforos y a los ecos urgentes.
Dicen que nada se detiene, que la
vida no te espera, pero yo creo que somos nosotros los que no la esperamos a
ella, vamos tan ciegos persiguiendo nuestras propias sombras que hemos olvidado
mirar a nuestro alrededor, perdiéndonos que lo hermoso en la vida no es hallar una
respuesta sino formular la pregunta. Estoy cansado de sentir que ya está mi día
programado, de que el horario me diga cuando puedo beber, cuando puedo follar o
cuando soñar, de calendarios que no les importa si ayer será igual que mañana. No
entiendo como dejamos de vivir nuestras vidas para seguir la de otros, ¿Desde
cuando los atardeceres son más bellos vistos a través de una pantalla? ¿Cuándo
aprendimos a llorar por películas que fingen historias de amor, y en cambio el
orgullo nos invade cuando amamos a alguien de verdad?
La vorágine de ruido en la que
estamos inmersos me produce nauseas, como si mil máquinas de construcción
estuviesen intentando fabricar productos iguales sin descanso, sin alma.
Necesito vomitar toda la mierda que me han metido, todas las ideas, todas las
creencias, todas las promesas rotas, vaciarme de todo recuerdo y beber un litro
de agua bien fría. Quiero sentarme y ver el autobús nº 3 pasar quince veces,
que la ciudad cuelgue el cartel de cerrado por derribo, y que las estaciones me
desgasten los huesos. No quiero besos de buenas noches, esperar a mañana o pintar
mi futuro con los colores de la sensatez. Quiero olvidarme del tiempo, darte mi
aliento esta noche hasta morir, y que la cometa se escape por las nubes y no regrese,
quiero ver a la semilla hacerse árbol, a ti niña hacerte mujer, y no cubrirle
mas horizontes a mis ojos.
Voy a saltar de este tren sin
frenos, y mientras lo veo alejarse la brisa me arrancará una sonrisa, y el
silencio cien lágrimas de felicidad. Que hermoso se vuelve todo cuando sabes
frenar y contemplas el misterio de la vida, embriagándote de amnesia de
anuncios, de cánones, y de lo que te ha intentado definir diciéndote quién eres
o cómo debes ser. Que hermoso y sencillo cuando se disipa todo ese ruido, todos
esos gritos, y consigues escuchar a la tierra respirar, cuando logras ser parte
de ella, cuando la pasión es tu pecado y tu salvación, y tu única guía son las
estrellas del camino y las olas del mar.
SANTIAGO DE HEVIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario